El Nacimiento de La Tragedia

Vigencia de la obra Nietzscheana en tiempos de virus

En esta coyuntura, recurrir a  escritores clásicos ya es una costumbre para analizar de manera más profunda, nuestra realidad y su contexto. Los filósofos suelen ser los favoritos, se observan a los cínicos y  los estoicos ser compartidos en redes, también lo está  Sartre y los contemporáneos como Zizek y Byung-Chul Han. Sin embargo hay otros que no han sido muy citados, y en este caso uno en especial cuya obra es fundamental, para entender el proceso que confluye en nosotros en este contexto pandemico. Este es el caso de “El Nacimiento de la Tragedia” de Friedrich Nietzsche.

Sin duda Nietzsche es un escritor polémico, el cual supo ejercer aquella articulación interdisciplinaria que deriva de un autentico pensador. Criticó absolutamente todo, desde la filosofía clásica, hasta sus contemporáneos filósofos.

Su primer libro El Nacimiento de la Tragedia, supone un análisis profundo de la tragedia griega, la cual constituye el más importante índice de la cultura y energía occidental.

En este ensayo, Nietzsche abarca una descripción minuciosa de la estructura, en la conformación de la tragedia desde el teatro, el coro, el poeta y sobre todo, las fuerzas que convergen en ésta. Se enfoca en exponer cómo existe una trasformación entre las dos fuerzas principales que nos gobiernan, a las que señaló como fuerzas dionisiacas y apolíneas. Las cuales toma de los dioses Dioniso y Apolo. El primero se funda en el deseo, y los instintos que sobrevienen a la lujuria, la crueldad, el baile y el vino. Mientras que Apolo representa la razón, la conciencia, el equilibrio y la inteligencia. De esta manera Nietzsche indica que estas dos fuerzas, son las principales potencias que nos gobiernan, y de su lucha emana la conjugación, que es la experiencia humana que somos. 

De este modo, El Nacimiento de la Tragedia constituye un punto inicial importante que nos permite ver la naturaleza y la artificialidad que nos compone. Nietzsche actualiza los actos de éstos dioses y su representación en los individuos. Indica que éstos representan la esencia del ser humano en su conjunto. Es decir, que el ser humano posee estas dos energías y ambas luchan entre sí constantemente. Sin duda hace referencia y enfatiza, en que la naturalidad del ser humano radica en los instintos dionisiacos y que lo apolíneo son creaciones artificiales, pero que finalmente Apolo siempre vence a Dioniso, y en esta victoria radica su posible teoría de la decadencia humana, cuando en efecto, nos sometemos exclusivamente a la razón y dejamos de lado nuestros instintos dionisiacos.

La relación y vigencia de esta obra es sin ninguna duda, y acentuada por la coyuntura actual. En tiempos de cuarentena y prohibiciones, surge una intensidad exacerbada en la población por justamente lo prohibido. La resistencia al cambio nefasto y aburrido, la falta de contacto y fiesta, el libertinaje deseado, el alcohol imposible de encontrar, el sexo.

Todas estas cuestiones, encierran justamente aquella intensidad de la que Nietzsche habló en su obra, y que señaló es la esencia del ser humano, la cual le permite reivindicarse en la vida, ya que todo lo que implica la fiesta, es un acto vital, que nos impulsa a querer seguir viviendo, a celebrar la vida. 

De este modo, surge en esta lucha, por una parte la razón Apolínea, que nos manda a ser mesurados, guardar cuarentena, y criticar al resto desde la moral, y por otro lado el instinto Dionisiaco, que nos manda a poner música, bailar, entregarnos al sexo y al alcohol.

Ambas potencias se encuentran altercadas en nosotros, donde Apolo siempre tendrá que atacar a Dioniso porque éste nunca se rinde, y donde solo posee al ser humano por periodos.

Así, las diferentes formas obligadas de la cuarentena, representan la negación hacia algo vital, hacia la posibilidad de vivir y celebrar la existencia. En esta cuarentena esta lucha de dioses se lleva a cabo con mayor intensidad en cada uno de nosotros. Negamos mediante el discurso apolíneo todo lo que constituya salir de la norma y nos llame a la libertad. Nos convertimos poco a poco en momentáneos entes sin pasiones que avanzamos luchando con el agotamiento cotidiano elevado al cubo, sin posibilidad de movimiento, donde cada vez más ese comportamiento artificial derivado del lenguaje, se impone frente a aquellos movimientos involuntarios de la danza, el apareamiento, la carcajada, el éxtasis, lo poético finalmente.

En este sentido, El Nacimiento de la Tragedia, es sin duda una mirada desde los tiempos griegos, hasta los tiempos de virus, y es de una vigencia pertinente, para analizar el contexto psicológico actual, en los cuerpos y mentes de cada uno de nosotros.