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El Secreto Político De La Tauromaquia

Más Allá de la Barbarie se Esconde la Imposición del Poder

Publicado: 2016-03-30



La Tauromaquia, esconde tras su “estulticia artística”, como sus adeptos la llaman, una cuestión política que poco se conoce, y es que esta reproducción de coliseo romano, no únicamente alimenta el aliento carnívoro y asesino del hombre, sino que también actúa simbólicamente como un ejemplo del poder de la "delicada y civilizada" élite monárquica o gobernante frente a lo bárbaro, salvaje, incivilizado, masivo, violento, es decir: el pueblo.

Durante siglos las monarquías europeas han gobernado a sus pueblos mediante la retórica, la jurisprudencia, el dinero a crédito y la violencia indirecta mediante la policía y/o el ejército.

El pueblo por su parte conforma en su estructura, conocimientos que no son suficientes (conocimientos que intencionadamente se le ha restringido), para involucrarse formalmente en este sistema jurisprudente. A la vez, sus habitantes, no poseen el capital para gestionar empresas que le permitan un reconocimiento en el sistema, tampoco cuentan con exenciones de tierras para poder acceder a créditos, y cualquiera de sus actos de protesta es silenciado mediante la represión por parte de las fuerzas del orden, que no es otra cosa que la escolta maximizada del gobierno.

La corrida de toros

En las corridas de toros se aprecia al torero vestido con un traje semejante, casi igual, al de un príncipe o rey. Desde los zapatos, hasta las medias altas, pasando por el pantalón ceñido, el chaleco y el sombrero. A la vez el traje está cubierto con lentejuelas doradas que simbolizan riqueza, oro, lujo, y hasta iluminación por medio del destello que refleja la luz del sol en ellas (recordemos que los reyes eran considerados descendientes de Dios, gracias al reconocimiento del papado).

Los movimientos que el torero realiza alrededor de la bestia, son sincronizados y delicados, tienen como objetivo demostrar que para matar a una bestia, no se necesita mucho esfuerzo y se le puede hacer inclusive bailando .

El toro representa lo primitivo y bárbaro, lo incivilizado, poco educado, indocto y monstruoso. El toro es una bestia que ataca salvajemente, no posee movimientos refinados, ningún tipo de estulticia que demuestre coordinación, orden, serenidad, paciencia, etc. Así el toro representa lo bravío, lo rebelde. Y de esta forma se asocia inconcientemente a todo lo que implica la fuerza y la rebeldía, es decir, a un pueblo cuando éste protesta. 

Se superpone así el monarca (torero) con una danza lenta y “refinada” ante la ferocidad del pueblo (toro) bravo e incontinente. De esta forma se escenifica la victoria, no de un personaje, sino de lo que representa y proyecta, es decir: la monarquía o poder gobernante sobre el pueblo. 

No es de dudar que la razón de esta tradición, sea por miedo a las sublevaciones del pueblo. Se sabe que desde la Revolución Francesa (La revolución más sangrienta, donde fueron guillotinados reyes, príncipes y nobles) el temor de las monarquías europeas creció aceleradamente, ya que las revoluciones posteriores tuvieron éxito significativo en distintas naciones, consiguiendo derechos civiles nunca antes obtenidos. 

¿Pero por qué tiene cabida un acto sádico y salvaje en el 2016, en medio de la civilización?

El "espectáculo" de la corrida de toros, se conecta directamente con los instintos animales de autodefensa del hombre, asociando este teatro sádico hacia las emociones violentas o de ira, que posee dicho instinto de autodefensa, sobreestimulando así esta emoción natural mediante el ataque al toro. 

Conecta con nuestra arquicorteza cerebral, la cual forma parte del sistema límbico y recibe su nombre por considerarse, evolutivamente, la parte más antigua de la corteza cerebral. Su función está relacionada con aspectos primitivos del hombre como la memoria y los sentimientos. Científicos e investigadores aducen a esta parte del cerebro, los recuerdos primitivos, y por este motivo tampoco es casualidad de que este espectáculo sangriento tenga una atracción incomprensible, puesto que la violencia en sí misma, ha sido parte inherente en la evolución humana, cuando primitivamente todos debíamos de matar para vivir.   

Sin embargo en la actualidad, hay una gran diferencia entre las personas. Un grupo ha desarrollado criterios de civilización de manera cabal ( no basta simplemente saber hablar para ser civilizado ) logrando desarrollar la empatía, y mediante este ejercicio cognitivo, han decidido adoptar una conducta pacifica hacia los demás seres vivos (a menos de existir una necesidad defensiva). Mientras el segundo grupo se mantiene dentro de los incivilizados, que por el contrario infringen, estimulan y promueven el odio y el dolor en los demás seres vivos e inconcientemente en ellos mismos.  

En esta indiferencia afectiva del segundo grupo, es donde este tipo de espectáculo sádico encuentra cuórum. 

Conclusión:

De todas las tradiciones monárquicas en la que se quiere demostrar la supremacía hacia el pueblo, la Tauromaquia o Corrida de Toros es la más representativa y que ha perdurado hasta hoy. No es de sorprender por que los gobiernos que la promueven, permiten que estas imágenes descritas, queden en el consciente e inconsciente colectivo de los pueblos a través de la cultura.

Esta demás decir, de que este teatro es una desigualdad abusiva, puesto que el toro es golpeado y drogado antes de salir a la arena, perdiendo sus reflejos y facultades completas para su defensa propia, y de esta manera se le logra matar con mayor facilidad. No es casualidad que esto último coincida con lo que se le hace al pueblo al drogarlo, deprimirlo y reprimirlo, para luego poder subyugarlo también, con mayor facilidad.




Escrito por

P L E C T R O E D I T O R E S

Es una editorial independiente. Brinda servicios de edición, impresión y publicación de libros. Correo mariobendvel@gmail.com


Publicado en

Mario Bendezú Velarde

Ensayista y director en Plectro Editores. Escribe desde la filosofía y las ciencias, en torno al contexto socio político contemporáneo.